Sube la temperatura, el aire se vuelve más plomizo, el volante y la palanca de cambios arden… con la llegada del verano estas situaciones se repiten casi a diario por la mayor parte de la geografía española, alcanzando el interior de los coches temperaturas casi insoportables.

Algunos estudios han demostrado que cuando nos acercamos a los 40 grados de temperatura en el ambiente, esta puede dispararse en el interior del coche. Algunas pruebas han demostrado que coches aparcados al sol en verano pueden alcanzar 46 grados en su interior, 50 grados en sus asientos o 69 grados en su salpicadero.

Te contamos qué debes hacer para no agravar la situación.

CUIDA TU COCHE

El calor y el sol pueden provocar daños en el interior de nuestro coche si no lo cuidamos debidamente. Estas dos fuentes de energía pueden provocar que los materiales expuestos se dilaten, provocando holguras que al enfriarse no tienen por qué solucionarse completamente. Del mismo modo, el sol puede matar el color de la tapicería o del salpicadero. Lo mismo sucede con el volante que, si es de piel, puede estropearse y levantarse.

Lo mejor es que utilices un parasol y, si vives en zonas de mucho calor, piensa en tintar las lunas. En el primer caso es una medida muy sencilla para hacer rebotar los rayos de sol en la superficie del vehículo y evitar que penetren en su interior, reduciendo en gran medida el calor que pueda alcanzarse en su interior.

En cuanto al tintado de lunas, su efecto es similar al del parasol. Los rayos penetrarán con mayor dificultad al interior del vehículo y la temperatura se verá reducida pero también contarás con otra ventaja. Mientras que el parasol sólo se puede utilizar con el coche parado, las lunas tintadas seguirán haciendo su efecto en movimiento, por lo que el interior estará más fresco durante los viajes.

Y tampoco podemos olvidar aparcar el coche a la sombra. Parece algo sencillo pero cuando vamos con prisa lo olvidamos muchas veces. Además, ten en cuenta la hora a la que llegas, cuánto tiempo va a esperar el coche estacionado y cuál es la dirección del sol, lo que te permitirá aumentar el número de horas que tu coche pasará a la sombra.

Por último, utiliza el aire acondicionado, pero con cabeza. Lo mejor es encenderlo cuando el coche haya cogido un poco de temperatura para no obligarlo a realizar esfuerzos demasiado duros. Tampoco lo pongas al máximo nada más ponerlo en marcha, aumenta su funcionamiento de manera progresiva.

Y CUIDATE A TI MISMO

Poner el aire acondicionado al máximo nos suele parecer la mejor idea cuando nos subimos al coche y hace un calor insoportable en su interior. Por el contrario, recomendamos lo contrario, deja pasar unos minutos y haz que tu coche respire.

Si no tienes prisa, lo mejor que puedes hacer es que tu coche se temple un poco y elimine gran parte del calor que almacena en su interior. Lo mejor es que des el contacto, bajes las ventanillas y ventiles el coche con unos cuantos bandazos con la puerta, como si abanicaras el coche. Ya con el coche menos caliente, ponlo en marcha y enciende el aire acondicionado, pero nunca al máximo. En unos pocos minutos pasarás de tener un horno y volverás a tener un coche.

Ten en cuenta que el calor al volante produce somnolencia, por lo que contar con un interior demasiado cargado puede darnos un susto. Siempre que circules en verano y en zonas de calor extremo, mantén la temperatura del habitáculo fresca y no olvides llevar siempre contigo una botella de agua.

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