La palabra negentropía es un cultismo acuñado por el físico estadounidense Robert Bruce Lindsay en 1942. Se trata de una abreviatura de “negative entropy”, entropía negativa. Y teniendo en cuenta que la entropía es el grado de desorden de un sistema, la negentropía es un proceso que evita la desaparición de un sistema.
Es decir, la negentropía supone de pasar del desorden al orden o del caos al equilibrio. Se trata de esa sensación de control y seguridad cuando todo lo de nuestro alrededor cobra sentido.
Se trata de un término científico pero que también se utiliza en psicología para explicar determinados procesos.
Pero, ¿Cómo hacemos realmente esa transformación?
Se trata de una transformación muy necesaria en el mundo actual. En este contexto marcado por lo imprevisible, necesitamos tener cierta sensación de control en la medida de lo posible.
La mayor parte de las cosas que hacemos a diario siguen el principio de negentropía. Sin embargo, hay épocas en las que nos envuelve el caos y el desorden. Tendemos a procrastinar, las tareas se acumulan y el desorden nos invade provocando ansiedad. Ese grado de entropía puede darse en la vida personal, en la familiar y también en la laboral.
Ahora bien, debemos darnos cuenta de que tener una realidad más organizada nos permite sentirnos más competentes, seguros y satisfechos con nosotros mismos. Algunas cosas que podemos tener en cuenta para transformar esa energía son:
- Lo primero es identificar dónde está la entropía en tu vida. ¿Qué cosas o aspectos de tu vida hacen que pierdas la energía?
- El siguiente paso es priorizar. Como seguramente habrá más de una cosa e tu vida que te quite la energía, determina por dónde quieres empezar.
- Ahora necesitas hacer un plan que te permita solucionar esas situaciones o librarte de ellas. Si es necesario, pide ayuda.
- Una vez resuelto, debes mantener ese equilibrio que has logrado. Para ello, es necesario estar atento para cuidar que la entropía no te invada nuevamente.
Se trata de ir parando, observando y reordenando. A veces, basta con parar, evaluar y ser pacientes y compasivos con nosotros mismo cuando el orden se descontrole. Poco a poco y si trabajamos día a día, la energía volverá a su cauce natural.