Suele ocurrir en demasiadas ocasiones, con más frecuencia de lo que crees y, sí, le puede pasar al más pintado. Un exceso de expectativas te conduce a un grado enorme de insatisfacción y frustración, pasando en un tiempo muy corto de la euforia y el éxtasis a una suerte de depresión.

Sin embargo, es absoluta y rotundamente erróneo el tratar de prevenir este tipo de situaciones de bajón emocional eliminando de nuestras vidas el establecimiento de objetivos y el proceso de ilusión que esto conlleva. Todo lo contrario, hay que volver a soñar y, si cabe, aún con más fuerza.

Numerosos estudios de distinto ámbito académico vienen demostrando, desde tiempo inmemorial, que el ser humano es un animal de rutina que requiere de una razón de vida, un argumento o varios para poder avanzar, como base existencial.

Ya lo dijo Disney PIXAR

¿Recuerdan esa divertida película de animación en la que un mosquito reconocía no poder evitar ir hacia la luz? Pues bien, las personas también necesitamos de esa luz, esa estrella guía que nos marque hacia dónde debemos caminar y cuál es el motivo para seguir haciéndolo cada día.

Es, por ello, que el liderazgo vital personal -bautizado como autoliderazgo en infinitos manuales de autoayuda, en una brillante estrategia de marketing, por cierto- se hace imprescindible ya no solo para gestionar y enmarcar nuestras acciones en una especie de estrategia existencial, no. También es fundamental para manejar esas situaciones en las que nuestra planificación, nuestro castillo de naipes perfectamente armado, o eso creíamos, se va al suelo sin razón aparente. “Con lo bien pensado que lo teníamos…”

¿Y si les ponemos pegamento?

Siguiendo con el símil de las cartas, puede que sean los factores externos, como una ráfaga de viento o una mano malintencionada gobernada por la envidia lo hayan hecho desvanecerse. Pensemos que muchas veces se dan circunstancias y agentes que uno no puede controlar, por lo que derrumbarse o tirar la toalla no tendría mucho sentido ¿verdad?

Debes introducir en tu ecuación un cambio importante. A veces, la frialdad y el racional ingenio pueden ser la clave que dé con la solución. Traducido al plano metafórico que estamos tú y yo manejando ahora mismo, quizás a la próxima no sea tan mala idea el sellar las juntas entre carta y carta con pegamento y a poder ser Loctite -¿se pueden decir marcas aquí?

“Menudo tramposo el Ángel éste”

Lo reconozco, a estas alturas del artículo seguro que pensarás: “menudo tramposo el Ángel éste”. Yo también lo pensaría y te reconozco que, a veces, un poquito sí que lo soy, aunque solo en defensa propia. Pero lo verdaderamente capcioso sería desechar el esfuerzo ya realizado, rendirse y no buscar soluciones. Eso sería sabotearte a ti mismo y para eso ya están otros ¿no? -la mano negra que diría Estela Reynolds.

+ posts

Dejar respuesta

Deja tu comentario aquí...
Nombre