La Asociación contra el Alzheimer de Aspe continúa ofreciendo servicio a sus 25 usuarios y atendiendo la creciente demanda en las nuevas instalaciones de la avenida de las Cortes Valencianas.
Celia Sáez, trabajadora social y directora de la asociación habla con mimo de las personas que allí acuden, así como de los trabajadores. Se nota que la asociación es una gran familia. La directora asegura que ellos también han sufrido, y mucho, los efectos de la pandemia y del confinamiento: “les mandábamos vídeos, trabajos para que hicieran en casa y cuando volvimos no lo hicimos directamente, sino que primero íbamos a sus casas y, luego, los usuarios se fueron incorporando poco a poco”. Después de este tiempo de transición, ya están todos de vuelta en la nueva sede con todas las medidas de seguridad por la COVID-19 y con muchas ganas e ilusión de encontrarse cada día.
El 70/ 75% de la financiación que consigue la asociación es gracias a ayudas de labores sociales de empresas privadas como Pikolinos, La Caixa, Fundación Orona y subvenciones públicas de Conselleria, Diputación y del Ayuntamiento de Aspe. El 13% viene por las aportaciones de los socios y el resto procede de galas benéficas, la carrera solidaria y otros eventos de este tipo.
Toda ayuda es bien recibida para apoyar a las personas afectadas por el alzheimer y a sus familias. La directora de la asociación asegura que “sentirse útiles, relacionarse con otras personas, sentirse queridos y valorados es muy importante para ellos. Que vengan aquí y les saluden y les llamen por su nombre les hace mucho”. Algunos realizan trabajos, pintan, hacen cálculo… y ver que son válidos, que pueden hacerlo les cambia mucho el ánimo y eso también lo notan en casa, reconoce Celia.
La asociación cuenta con talleres de estimulación cognitiva separados en niveles: leve, moderado y grave, según el estado de cada persona, también ofrece sesiones de fisioterapia y transporte diario en una furgoneta adaptada. Además, cuenta con un servicio especializado para personas con parkinson y formación para quienes hayan sufrido ictus.
Celia cuenta que no solo ayudan a los propios usuarios, sino también a las familias y a sus cuidadores con formación, orientación, mediación familiar y atención psicológica.
La asociación dispone de 2 trabajadores sociales, Celia Sáez y Vicente López, una psicóloga, 2 terapeutas ocupacionales, una fisioterapeuta, 3 auxiliares y una voluntaria.