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Poco se habla del poder sanador de un abrazo, una sonrisa o una palabra de aliento.

El abrazo tiene, sin duda, un efecto terapéutico, que se lo digan, a Natividad Fernández, una de las personas que conviven a diario en Tercera Actividad Valdelafuente. Lo tiene claro, “los abrazos convierten un mal día, en uno maravilloso, son más valiosos que la medicina”, asegura, mientras se aferra con fuerza a otra residente, Mari Cruz, poniendo de manifiesto que un simple gesto une y sirve incluso para compartir en silencio las penas, haciéndolas así más llevaderas.

No muy lejos asistimos a otro abrazo memorable, el de Dolores y Dorita, dos grandes amigas, que comparten aficiones, risas y juegos, ¡qué mejor forma de mostrarse mutuamente que su apoyo es incondicional y que, quizá, más que amigas, son ya como hermanas!

“El día a día nos come mucho, a veces, ni siquiera tenemos tiempo de expresar o mostrar nuestros sentimientos”, comenta Libertad Páramo, directora de Tercera Actividad Valdelafuente. “Celebrar el Día Mundial del Abrazo nos ha servido para ofrecerles un instante en el que pensar a quién abrazar y por qué”, explica.

De hecho, a veces, sobran las razones. Un abrazo como el que María Natal, auxiliar de enfermería le da a Jacoba, puede servir para templar nervios, calmar ánimos e imprimir fuerza. Otros, como el de José, gerocultor y Nati, expresan agradecimiento y cariño mutuos de una forma mucho más evidente que las palabras. Si, además, acompañas el gesto con un diploma, como han hecho en Tercera Actividad, la sensación de satisfacción es plena. Así pues, hagamos que todos los días, sean días del abrazo, sin buscar motivos o excusas para regalarlos.

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