Accem ha presentado este martes un estudio elaborado en el último año en el que, mediante la investigación y la participación de mujeres jóvenes migrantes, se ha indagado en la normalización de las ciberviolencias sexuales, planteando estrategias para su detección y prevención. Este estudio se enmarca en la línea de investigación sobre género y migraciones en la que la ONG ha profundizado en los últimos años.

En el informe, titulado “Violencia sexual digital y mujeres jóvenes migradas”, se ha hecho un diagnóstico en torno a los tipos de violencias sexuales en el ámbito digital y se han abordado temas de relevancia como son los indicadores para la detección de estas violencias, los mitos, estereotipos de género y las falsas creencias que sustentan su normalización, así como las  posibles estrategias para su prevención.

Las mujeres migradas jóvenes sí las detectan

Las nuevas generaciones identifican más fácilmente las amenazas, los chantajes, la intimidación o la insistencia continuada como elementos explícitos de la violencia y son para ellas los indicadores de detección más fiables. También tienen muy asimilada la idea del consentimiento de la mujer, así como cuando hay una negativa por su parte y no sienten que están siendo respetadas, que consideran que se trata de violencia.

El hecho de difundir contenidos íntimos sin su autorización (práctica conocida como sexpreading) es otro indicador que, por sí mismo, define para ellas lo que es una situación de ciberviolencia sexual y que, además, lo perciben como un delito.

Y, por último, le dan mucho valor a las emociones negativas y malestares (culpabilidad, inseguridad, ansiedad, miedo, nerviosismo…) que pueda estar sintiendo la mujer en esas interacciones como forma de reconocer una situación de violencia sexual online. Este último indicador es clave para detectar aquellas violencias sexuales online más sutiles que no encajan en los niveles anteriores y que son más difíciles de reconocer y, con ello, repensar el lugar que ocupa el consentimiento en estas situaciones.

Se normalizan las violencias sexuales online no explícitas

Los comentarios o insinuaciones sexuales no deseadas a través de redes sociales e internet, junto con el sexting coercitivo, son los tipos de ciberviolencias sexuales que más se normalizan en el día a día. Las mujeres migrantes que han participado en la investigación no le dan tanta importancia porque no lo ven tan violento como otros tipos que se caracterizan por coacciones, extorsión, amenazas o chantajes. Más bien lo entienden como parte del juego de seducción o la broma o simplemente como comentarios desafortunados.

Interpretar la parte simbólica (dobles sentidos, metáforas, bromas y juegos de palabras) como acoso sexual es especialmente dificultoso para las mujeres migradas que tienen dificultades idiomáticas o de comprensión de los códigos culturales.

El informe destaca que el reto que se plantea en estos casos es no encubrir la violencia sexual digital más sutil, como puedan ser las bromas, al justificarlo como una cuestión de confianza, complicidad, o buen hacer de las personas y acabar con eufemismos tales como “fuera de lugar”, “inapropiados”, “que no vienen a cuento”, “comprometidos” para referirse a contenidos sexuales violentos, no deseados o presiones.

Desmontar el mito de la responsabilidad de la mujer frente a las violencias en internet

Los estereotipos y mitos del género sobre mujeres que “exageran”, “se exponen en redes sociales”, “no se cuidan en internet” o “no saben de tecnologías” son absorbidos y, posteriormente, reproducidos por parte de la sociedad. De esta manera se sigue poniendo el foco en la responsabilidad de la mujer frente a la ciberviolencia sexual, exigiéndole medidas de autoprotección y obviando que es la receptora de estas violencias, limitando así tanto su participación como sus relaciones personales en el mundo digital. Además, los discursos misóginos presentes en las TRIC (Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación) potencian el miedo a nombrar la violencia machista, ya que frecuentemente las mujeres son señaladas y ridiculizadas.

En este sentido, garantizar que las mujeres puedan desarrollarse (personal, relacional y sexualmente) en las TRIC fuera de la culpa, la responsabilidad y el miedo es uno de los principales retos que plantea esta investigación.

Por una prevención estructural que integre a los hombres A tenor de esta investigación, queda reflejado que no es sostenible que la prevención continúe centrándose en lo que deben hacer las mujeres a título individual, cuando las causas de las ciberviolencias sexuales son estructurales en la sociedad. Aun así, esta percepción está profundamente arraigada, lo que provoca que las mujeres migradas sigan encontrándose en eldilema moral entre autoprotegerse y su derecho a la libertad sexual y a su intimidad.

Faltan nuevos actores que intervengan en la prevención para deshacer esta tensión, y es aquí donde las instituciones públicas y las plataformas digitales, apunta el estudio, deben intervenir. Por un lado, con la educación afectivo-sexual dirigida a los hombres y centrada en las masculinidades frágiles e igualitarias. Y, por otro lado, con la participación activa de las empresas tecnológicas para garantizar que estos entornos digitales estén libres de violencias machistas online.

Los objetivos para lograr con este tipo de prevención se dirigen a conseguir que los hombres sean agentes de cambio en la erradicación de las ciberviolencias sexuales y a incorporar la perspectiva de género en las empresas que gestionan las plataformas digitales, para que puedan garantizar un equilibrio entre el autocuidado y la libre participación de las mujeres en los espacios digitales y tecnológicos.

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