Este servicio del Ayuntamiento, ampliado por la entidad eclesial durante un mes debido al frío y a la pandemia, ha atendido a 38 personas sin hogar.
El programa de atención a personas sin hogar de Cáritas Diocesana de Burgos cuenta con un recurso residencial, además del albergue, que abre sus puertas durante los meses más fríos del año. La Unidad de Mínima Exigencia, en colaboración con el Ayuntamiento, comienza su actividad en noviembre y atiende a aquellas personas que, por sus circunstancias personales, no pueden hacer uso del albergue. Aunque la fecha habitual de cierre es en abril, las condiciones climáticas y el Covid-19 han llevado a Cáritas a ampliar un mes más el plazo, con cargo a sus recursos.
De los 38 usuarios de Unidad de Mínima Exigencia atendidos, en coordinación con el área de Servicios Sociales municipal, solo cuatro han sido mujeres, siguiendo un patrón habitual en este colectivo. Por nacionalidades, 16 han sido españoles, el 50%, 4 latinoamericanos, 6 europeos comunitarios y 10 africanos, con una media de edad de 43 años. En lo que respecta a la edad, destacan la del usuario más mayor, 73 años, y la del más joven, 18. De los usuarios, diez han accedido a este recurso temporal durante cinco días o menos.
Desde la coordinación de la Unidad de Mínima Exigencia, su responsable, David Polo, señala que «todos los usuarios han recibido alternativas para no quedarse en la calle. La UME destaca sobre todo por su flexibilidad, y por intentar adaptarse a las necesidades de las personas que se acercan hasta aquí». Entre estas carencias, además, subraya que «los casos en los que hay problemas relacionados con la salud mental también requieren de un mayor esfuerzo», ya que son cada vez más numerosos.