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Cada día el Camino es una aventura. O dos. O tres. 

Cuando te levantas, te vistes y cierras la bolsa no sabes qué y quién te vas a encontrar a lo largo de la jornada. 

Con mente abierta, actitud positiva y, sobre todo, respeto, todo lo que ocurra va a pasar a formar parte de la experiencia acumulada. 

Creo que no hay persona igual en todo el camino como el responsable de la casa rural en la que hemos dormido. Juan gestiona El Rincón del Infante más como una ONG que como un negocio. Casi pide disculpas por el precio que cobra y si valoramos todo lo que ofrece, entiendo que “le sale a devolver”. 

Hoy nos ha despedido con un completísimo almuerzo a las 7:00 de la mañana. 

Salimos de la Villa de Don Fadrique a las 8:00, aún a oscuras y cogemos una pista en la que además de los viñedos y los campos preparados para sembrar cereal, aparecen olivos que ya estarán presentes durante toda la etapa. 

Poco después de los 3km aparece la Ermita de San Gregorio en medio del campo. A continuación cruzamos el río Ransares que va completamente vacío para seguir caminando hasta que a falta de unos dos km para llegar a Villacañas, se junta con la ruta del Quijote que viene por la izquierda. 

Esa ruta comparte muchos tramos o etapas enteras con el Camino. 

Entramos a la población por un pequeño y viejo polígono que llega hasta un paso elevado para atravesar las vías del tren que nos lleva a las calles principales de la población. 

Tomamos un café y seguimos camino. 

Al pasar por la Plaza España nos encontramos con una peregrina italiana. Nos habían hablado de ella en Las Pedroñeras -La habia tenido que ir a recoger el hospitalero- y en la Villa de Don Fadrique -había dormido en la iglesia ya que el cura se apiadó de su estado de salud. 

Nos cuenta que le cayó una lluvia importante días atrás, llegando a Albacete. Cogió una pulmonía y tuvo que pasar por el Centro Médico de La Roda. Aún está floja tras el antibiótico. Dice que ha perdido 5kg. Eso sí, no deja de fumar. Declinamos un café con ella para no alterar el ritmo que tenemos. 

Salimos por una larga avenida en cuesta, hasta llegar a un polígono mucho más extenso e importante que el anterior. 

3,5km después de parar a tomar café conseguimos salir de la población, justo al pasar el Parque de Bomberos.

Tomamos una pista que transcurre monótona dejando a la derecha la Sierra del Romeral. 

Nos enfrentamos a 20km de parajes secos y monótonos hasta nuestra meta diaria. 

Paramos a almorzar unas barritas y fruta en mitad del campo aprovechando las únicas piedras que encontramos en el camino. 

A falta de 7km paramos de nuevo para hidratarnos y comer algo de fruta. 

Nos incorporamos a la marcha y al poco, divisamos a unos molinos en junto a la población de El Romeral que queda a nuestra derecha. 

A unos 4km de la llegada ya se comienza a divisar el torreón de Tembleque a la vez que otros molinos de esta última población. 

Entramos a Tembleque pasando un puente sobre la autopista de Madrid a Andalucía y nos dirigimos directamente al hotel en la antigua carretera nacional 4

Allí mantenemos una conversación con el titular del hotel y un parroquiano de la zona en la que observamos las particularidades de la España “vacía” tan diferente en algunas cosas que la que acostumbramos a tener en otras zonas del país. 

Tras la imprescindible ducha y el necesario descanso salimos a visitar la Plaza Mayor, una de las más bellas del país. Asimismo visitamos la impresionante iglesia y la casa de postas. 

Paramos en el supermercado para comprar agua y fruta para la siguiente jornada que será de unos 38km, los primeros 25 sin ningún punto donde poder parar a tomar algo. 

Entramos en el bar del pueblo a tomar algo sólido con lo que irnos venados y coincidimos con la peregrina italiana que no narra las peripecias vividas para llegar hasta allí en coche ya que comenzó a andar y se ahogaba. 

Llegamos al hotel y directos a la cama. Ese día nos dormimos muy pronto. Al día siguiente había que afrontar la etapa más dura de este tramos del camino y mentalmente había sido muy duro afrontar los últimos 20km en la monotonía de las áridas tierras manchegas. 

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