Javier con dos de sus hermanos. / Araceli Matínez Urdiales.

Araceli Martínez Urdiales tiene 18 años y es la mayor de 9 hermanos de una familia de Cartagena (Murcia). El séptimo es Javier, un niño de 8 años muy alegre, positivo y bromista que no para quieto. A Javier le diagnosticaron leucemia en junio del año pasado y ahora anda plantándole cara a la enfermedad luchando con la quimio y los tratamientos, que le dejan basante flojo. Pero nunca le faltan fuerzas porque cuenta con el apoyo de sus padres, Ana y Juan Carlos, de sus 8 hermanos, sus primos, sus compañeros del colegio Monteagudo (Murcia), muchos amigos y sobre todo, de Dios.

Quebienestamos es la cuenta de Instagram que siguen más de 5 mil personas y que gestiona Araceli, donde publica el estado y los progresos de su hermano con la enfermedad y pide oración a los seguidores. La cuenta se llama así porque es una expresión que su madre repite mucho: “Qué bien estamos” y les explica a sus hijos “estamos muy bien, porque estamos en las mejores manos, que son las de Dios, que es quien se encarga de todo”.

¿Cómo es la reacción cuando diagnostican la enfermedad a Javier?

En abril de 2021 a mi madre le diagnostican un cáncer, la operan y no le tienen que dar quimio, solo pastillas. Termina el curso escolar, yo termino segundo de bachillerato y vamos a la imposción de becas. A la semana siguiente Javier comenzó a encontrarse mal. Mi madre se fue con él al hospital, a Santa Lucía, y desde allí llamó a mi padre diciéndole que fuera rápido en taxi. Cuando llega se llevan a mi hermano en ambulancia a Murcia, a la Arrixaca.

Cuando mi padre vuelve a casa nos sienta a todos los hermanos mayores y nos dice: “mirad que bueno es Dios que hace todo en el mejor momento. Mamá ha superdado el cáncer, tú has terminado la selectividad. Ahora a Javier le han diagnosticado un cáncer”.

Ellos siempre han dicho la frase “que bien estamos”. Siempre han ido con la verdad por delante, es algo duro y hay que pasarlo. Tenemos una persona cercana que lo ha pasado y tenemos que seguir su ejemplo. No nos podemos quedar en los medios, sino pensar en la meta. Entonces nos fijamos en el ejemplo de esta persona que ha pasado una leucemia y ahora se ha curado y está muy bien. Además, tenemos la fe de que todo pasa por algo y que no es un castigo de Dios, sino todo lo contrario, nos debe servir para acercarnos más a Dios y aprender que en la vida hay sufrimiento y que se puede ser feliz.

¿Qué supone para él mismo la enfermedad?

Cuando se lo comunicaron el dijo “vale, no pasa nada”. No sabía muy bien a lo que se enfrentaba, después se ha ido dando cuenta, pero él lo afronta de manera muy positiva y no se hace nada el víctima. Incluso bromea con la enfermedad, es muy bromista y alegre.

Lo que mis padres le han querido inculcar es que esta enfermedad le sirva para ofrecerlo, para unirse más a Dios y dar ejemplo a sus hermanos.

Javier tiene 8 hermanos, ¿Qué supone para vosotros?

Para mis padres es muy importante tanto cuidar al enfermo como también a los que están en casa. Nosotros no nos hemos sentido solos nunca.

El primer día, cuando nos enteramos de la noticia, hicimos una lista con normas. La primera norma de la lista era no llorar solos. Yo me he encontrado a alguno de mis hermanos llorando solo en el baño y acordamos que eso no podía ser. Tenemos que estar juntos y apoyarnos en el sufrimiento unos a otros.

¿Qué tal está llevando el tratamiento Javier?

Lo está llevando bien. Es verdad que cada ingreso y cada quimio le deja con dolores, vómitos, mucho cansancio. Él se levanta por la mañana ya cansado y no entiende porqué. Vamos con la verdad por delante. No le decimos que no pasa nada, sino que son efectos de la quimio e intetamos normalizarlo dentro de lo que supone, sin quitarle importancia.

Javier jugando en su habitación del hotel en su viaje a Madrid

Cuando él se quedó sin pelo, todos los niños de su clase del colegio Monteagudo y sus hermanos y primos también se reparon.

¿Y cómo reaccionó cuando todo su entorno se rapó?

Es un niño muy sencillo. Al prinicipio pensaba que no se iba a quedar sin pelo y cuando se dio cuenta de que se quedaba sin él se puso a llorar. Entonces un día, cuando volvió del hospital, se rapó primero mi hermano mayor, y luego uno detrás de otro todos, hasta llegar a él, que fue el último. Y luego también sus compañeros de clase y nuestros primos. Y con esto se le hizo más ligero y menos costoso.

¿Cuál es la fuerza de la familia, en qué os apoyáis?

Principalmente en Dios, en la fe. Sin fe no iríamos a ninguna parte. Desde lo de Javier nos hemos unido muchísimo tanto como familia como con Dios. Y luego mi hermano es un ejemplo para todos nosotros.

Siempre que se ha puesto a llorar, hemos intentado sacarle de ahí y que lo viva con alegría y lo ofrezca. Y lo hace por las vocaciones, los niños que están como él y luego por todas las cosas que la gente le pide y se le olvidan, entonces dice “por todo lo que la gente me pide que rece”.

Javier no deja de ser un niño, tiene 8 años, ¿qué le gusta hacer?

Él es exactamente ahora igual que antes. Javier es muy alegre, muy positivo y muy bromista. Se toma la enfermedad de manera positiva, no lo ve como un drama, no es nada víctima. Es un niño muy inquieto y siempre tiene que estar haciendo cosas. Si tiene que recoger la cocina o hacer su encargo, lo hace. Hombre, si se encuentra mal no. Pero si hay que echarle la bronca, pues se le echa la bronca.

¿Echa de menos algo?

Está deseando volver al colegio. Iba a volver ahora, pero los médicos han dicho que de momento no. Y también echa de menos el juntarse con gente, ya no solo por el covid, sino para que no coja ningún virus.

El último ingreso fue el 23 de diciembre y se pasó toda la Navidad allí. Hicimos videollamada y es verdad que se nos cayó alguna lagrimilla, pero luego estuvimos contentos, cantando villancicos porque mi madre dijo que habría muchas Noche Buena más y que no teníamos que estar tristes.

La cuenta de “Que bien estamos. Todos por Javier” cada vez es más seguida. ¿Qué dice él de ser tan conocido en tantos lugares de España?

No le da ningún tipo de importancia a eso. Nos ha pasado ir por la calle y que la gente le pare para decirle que reza por él o que venga el repartidor de Amazon y que diga “ay yo te conozco, te sigo en instagram”, pero él lo ve con mucha normalidad.

Cuando hicimos la cuenta, lo vimos como una oportunidad para que la gente rezara él e informar de su estado. Pero en ningún momento él se ve como un famoso.

¿Por qué la intercesión de San Juan Pablo II?

Porque él le tiene muchísima devoción. Su ángel de la guarda se llama así por San Juan Pablo II. Le tiene mucho cariño.

Javier con 3 de sus hermanos

¿Cómo lleva el eso de afrontar la enfermedad con Fe?

Muy bien. Él tira de nosotros. Yo he visto a mi hermano vomitar y reir a la vez.

“Por Verte Sonreír” es un proyecto de recaudación de fondos mediante la venta de las pulseras “Por Verte Sonreír”, a beneficio íntegro del programa Niños Contra el Cáncer de la Clínica Universidad de Navarra, ¿Cómo fue participar en esta iniciativa?

J. Folchh me llamó en enero para contarme todo lo que iban a hacer. Se lo comenté a mis padres y no pudimos decir que no. Nos comprometimos y de repente en el hospital nos pusieron tratamiento para el día de la grabación, pero al final nos lo adelantaron a un día antes. Estábamos un poco preocupados porque todas las quimios le sientan muy mal. Sin embargo esta ha sido la mejor quimio, ni un solo vómito, ni un solo mareo, nada de nada. Allí ha estado todo el mundo super entregado, muy pendientes de él, todo el rato con mascarillas. Ha sido un trato espectacular.

¿Qué consejo puedes dar a las familias que estén pasando por lo mismo que vosotros o que acaben de recibir la noticia de que su hijo o su hermano tiene cáncer?

Lo primero de todo, que no lo vean como un castigo, que lo vean como una oportunidad, que al final todo pasa por algo y que de todo se saca cosas buenas. Que detrás de todo está Dios y lo notas. Siempre en positivo. Y que aunque haya sufrimiento se puede ser feliz.

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