Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, la Confederación de Salud Mental de España ha seguido la propuesta de la Federación Mundial para la salud mental, y reclama que se prioricen inversiones en materia de sanidad, educación, empleo y colectivos vulnerables. Naciones Unidas alerta de la necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios de salud mental, tras la pandemia del COVID-19.
La pandemia provocada por el COVID-19 ha sacado a la luz, con mayor fuerza que nunca, la fragilidad de la salud mental y la necesidad de prestarle atención de urgencia. Un informe sobre políticas acerca del COVID-19 y la salud mental, publicado por las Naciones Unidas el pasado mes de mayo, revela que la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto “la necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios de salud mental si el mundo no se quiere arriesgar a que se produzca un aumento drástico de los trastornos psíquicos”.
Si a esto se añade que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas en el mundo ha tenido, tiene o tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida, y que los trastornos mentales serán la primera causa de discapacidad a nivel mundial en el año 2030, el escenario de la salud mental se presenta bastante desolador, si no se ponen en marcha las soluciones y las medidas necesarias.
Por ello y con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada año el 10 de octubre, la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, bajo el lema ‘Salud Mental y bienestar, una prioridad global’, hace visible la necesidad de una mayor inversión en recursos para atender la salud mental y reclama que estas inversiones sean una prioridad para las administraciones públicas a todos los niveles.
Frente a esta situación, agravada por la pandemia de COVID-19, SALUD MENTAL ESPAÑA plantea este año serias reivindicaciones desde una perspectiva transversal que abarca el empleo, la educación, la sanidad, la discriminación, pobreza, exclusión social, la discapacidad, etc.
Escasez de recursos en la atención sociosanitaria
Uno de los principales problemas de la salud mental en España es la precariedad de recursos dentro del ámbito sociosanitario público, que ahora, con la pandemia del COVID-19 se ha hecho más visible que nunca.
Por ejemplo, según el Consejo General de Psicología, España tiene cuatro veces menos profesionales de la Psicología en la sanidad pública que la media europea (4 por 100.000 habitantes frente a los 18 por 100.00 en Europa), e igualmente, en Atención Primaria, puerta de entrada a la atención en salud mental, hay una falta, tanto de profesionales, como de formación específica en salud mental, que no está permitiendo detectar de manera temprana los trastornos mentales y derivar a los recursos comunitarios existentes.
Salud mental en las aulas
La infancia es la etapa en la que se inicia el aprendizaje y la socialización, y en ella la escuela tiene un papel protagonista, ya que es el momento de la adquisición, maduración y consolidación de las funciones elementales.
Por esto, es necesario desarrollar estrategias que fomenten un sistema educativo inclusivo y que potencie las habilidades, intereses, necesidades y capacidades de cada niño o niña; que habilite una asignatura de educación emocional en las aulas, para prevenir situaciones de violencia, discriminación o acoso, y fomentar la tolerancia y la aceptación de la diversidad; y que cuente con los de recursos suficientes que permitan, por un lado, prevenir o detectar precozmente cualquier indicio que pueda sugerir la presencia o aparición de un problema de salud mental en los alumnos y alumnas, y por otro, actuar sobre el problema a tiempo.
Empleo y salud mental
Las personas con problemas de salud mental se enfrentan a numerosas barreras para su integración laboral debido a prejuicios negativos instaurados socialmente y a una falta de adaptación de los puestos de trabajo. En 2018, últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de desempleo de las personas con un trastorno mental fue de un 82,4%, la más alta de todos los tipos de discapacidad.
La salud mental, invisible en grupos de población vulnerables
Mujeres, población infantil, migrantes o personas sin hogar son algunos de los grupos sociales más vulnerables y sensibles a ver afectada su salud mental.
Las mujeres tienen 3 veces más riesgo de tener depresión y el doble de tener ansiedad, que los hombres y, de aquellas que tienen un trastorno mental, más de un 40% ha sido víctima de violencia sexual en algún momento de su vida, en muchas ocasiones en la infancia.
Según la Encuesta Nacional de Salud, ENSE, de 2017, el 1% de la población infantil tenía problemas de salud mental. Sin embargo, y a pesar de esta prevalencia, en España aún no existe una especialidad en Psiquiatría Infanto-juvenil, que asegure una atención específica y evite la sobremedicación de niños y niñas, que reciben tratamiento a partir de los mismos criterios médicos que se emplean para las personas adultas.
Otro de los grupos vulnerables, cuya salud mental está invisibilizada es la población migrante. Se estima que tiene el doble de riesgo de desarrollar un trastorno mental que el resto de la población, dada la falta de medios materiales y redes de apoyo, que en ocasiones les lleva incluso a una situación de calle, donde los trastornos se agravan aún más.
En España hay unas más de 30.000 personas sin hogar, de las en torno al 50% tiene un problema de salud mental y a las que la pandemia las ha situado en una situación de extrema vulnerabilidad.