La escritura es indiscutiblemente un arte que llega hasta los recovecos más profundos de los corazones de la gente, siembra las mentes con múltiples ideas y ayuda a tomar perspectiva respecto a situaciones versátiles.
“Escribir es formar la melodía perfecta que da sentido a la vida”
Pero el principal poder de la escritura es para quien con sus manos y su mente, forma la melodía perfecta que da sentido a la vida. Llevando como estandarte los sentimientos y emociones, sujetos a una idea que mostrar al mundo o guardar en el cajón que atesora experiencias.
Escribir es calmar los demonios de tu interior que quieren gobernarte, pero que sobre el papel se vuelven más pequeños, otorgándote a ti el mando de los mismos. Con las palabras, se libera el alma haciéndote flotar en la vorágine de sensaciones que tu cuerpo alberga.
Cuando mecanografiamos nuestros pensamientos en un archivo de texto, podemos observar como la presión sobre las teclas se altera atendiendo a lo doloroso o liviano que sea nuestro objeto de grafía. Si por el contrario, la tarea la desempeñamos con papel y bolígrafo, solo tenemos que prestar atención a la forma de las letras y a lo marcadas que se encuentren, porque sin quererlo, hablan por sí solas. La verdadera razón es que nuestros escritos reflejan la esencia que llevamos dentro, a veces en forma de tsunami, difuminando cada punto de referencia que anteriormente habíamos definido. Y otras veces, como si de una marea en calma se tratase, capaz de arrastrar mar a dentro los lamentos para devolvernos el aire que precisamos con carácter impostergable.
“Nuestros escritos reflejan la esencia que llevamos dentro”
Con nuestras letras no se miden tiempos, no se controlan sentimientos, parece como si el pedal del freno no existiera y te hallaras en medio de una carrera de coches, con el acelerador pisado a tope, para así llegar en primera posición a meta. Y sí, lamentablemente no lo haces por la obtención del premio, sino por lograr que escuezan menos las heridas que intentas sellar con tus relatos.
Te aseguro, que mientras la escritura nos acompañe, tendremos una valiosa y fiel amiga con la que soltar todo lo que nos corta la respiración.