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Imagen de presentación de la ordenanza contra la prostitución en Benetússer

El Ayuntamiento de Benetússer ha puesto en marcha una ordenanza que aprobó el pasado 2 de diciembre. El objetivo principal de ésta es el de luchar contra la prostitución en Benetússer y la trata con fines de explotación sexual en el municipio. La idea es preservar los espacios públicos como lugares de convivencia, civismo e igualdad. Se pretende evitar actividades de explotación sexual que difunden una imagen del ser humano, muy especialmente de la mujer, como mero objeto sexual. Además, estas actividades perturban la convivencia social. La trata y la prostitución es una de las manifestaciones más extremas de la violencia de género, consideran.

Para ello, se establecen mecanismos para impedir en los espacios públicos la explotación de las personas mediante la prostitución en Benetússer. Entienden que, además de difundir una imagen de la mujer como mero objeto sexual, perturba a la convivencia ciudadana. Asimismo, se refuerzan los controles a los locales donde presuntamente se producen situaciones de explotación. Por otro lado, se recogen medidas para evitar la publicidad sexista, relativa a explotación sexual y/o prostitución.  

En www.ActualidadSocial.es ya informamos de la lucha de otras administraciones públicas contra la prostitución. Una lucha, a través de ordenanzas y sanciones contra los consumidores, por la que el Ayuntamiento de Albal fue premiado.

Prostitución en Benetússer, una lucha hasta ahora pendiente

El consumo de “servicios sexuales” forma parte de la socialización de género. De los modos de comportarse que la sociedad patriarcal se ha preocupado de transmitir y mantener. Es la demanda de dichos servicios el elemento determinante de la existencia de esta grave manifestación de violencia hacia las mujeres. 

Por ello, la Ordenanza sanciona la conducta de quienes atentan contra los Derechos Humanos de las mujeres en situación de prostitución. También contra trata y explotación sexual, al considerarlas como meros objetos de consumo.  A partir de ella, los espacios de la ciudad deben configurarse como lugares en los que la igualdad entre mujeres y hombres sea real y efectiva. Ello no será posible mientras se siga considerando y mostrando a las mujeres como meros objetos de consumo sexual. De ser así, el imaginario colectivo seguirá configurándose sobre una premisa. La de que los cuerpos de las mujeres están a disposición de los hombres y de que éstos tienen derecho al acceso y uso de dichos cuerpos. Mientras que estas conductas permanezcan, no conseguiremos que la ciudad de Benetússer sea un territorio libre de explotación sexual.

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