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Xavi Franco, a punto de llegar a su destino final Toledo, en este tramo de Camino de Santiago Solidario Valencia-Santiago. Continúa con sus crónicas de este camino sin perder ni un minuto de vista el verdadero objetivo de este proyecto que es dar visibilidad a la Donación de Órganos.

A LAS DURAS Y A LAS MADURAS

El Camino, como la vida, tiene momentos duros y momentos dulces. La gracia está en saber vivirlos todos, aplicando a cada uno de ellos los ingredientes que necesita. 

Para poder volver el viernes a nuestros domicilios de forma cómoda, alteramos las dos ultimas etapas, lo que convirtió en dura la penúltima etapa y dejó más suave la última. 

Así, debíamos afrontar la etapa del jueves con algo más de 38km y superando desniveles que no habíamos encontrado en toda la semana. 

Siempre es buen momento pero en días como ese, agradeces enormemente al donante que me dio su riñón y a su generosa familia que cumplió con sus deseos ya que, gracias a su gesto solidario, yo puedo afrontar esos retos. 

Para ello, decidimos salir de Tembleque a las 6:20, caminando bajo la cerrada oscuridad de la noche durante casi dos horas, acompañados de una buena linterna que nos iba abriendo el camino por una pista que se alejaba y acercaba a la carretera 

Los primeros 25km de la etapa no incluían pasar por ninguna población. A diferencia del día anterior, parece que al ser el primer tramos del día se lleva de otra manera. Lo malo del tramo fue la escasa señalización en un tramo que se precisa esa ayuda a pesar de llevar bien preparados los tracks de las etapas. 

A los 11km de la salida encontramos una pinada en la que paramos a almorzar unas barritas y un plátano. 

La carretera iba transcurriendo en ligera pendiente desde hacía ya unos kilómetros. Salimos a la carretera hasta llegar a la carretera abandonada a la que accedimos saltando el quitamiedos, cruzamos el río Algodor y caminamos unos centenares de metros sorteando la maleza de un Camino de Santiago muy descuidado por estos lares. 

Comenzamos ya a subir por caminos que transcurren entre olivos. Encontramos un par de postes de señalización del Camino tirados por el suelo. 

A la dificultad que suponía la mala señalización y la pista el pendiente le añadimos que, de repente, el camino desaparece entre campos de olivos y debes intuir que un poco más arriba empieza otro camino que has de seguir. 

Otra vez nos salvó el GPS. 

Aprovechando Otra parada unas piedras en el camino, hicimos otra parada para reponer fuerzas. 

Salimos a una pista más ancha, más transitable e igual de mal señalizada en la que nos encontramos con un ciclista que nos informó de lo que nos venía por delante. 

Poco después, nos desviamos por la carretera que conduce al Castillo de Peñas Negras que en unos metros se convirtió en una subida muy exigente hasta unos 800m de altitud por asfalto. 

Llegamos a la cumbre con unas bonitas vistas del castillo y paramos nuevamente a tomar fruta e hidratarnos para tomar un camino de tierra que nos llevó de bajada hasta la carretera secundaria que entra a Mora. Esa fue nuestra primera experiencia con los Montes de Toledo. 

No teníamos muy buenas expectativas para cenar en Almonacid por lo que decidimos comer un menú con plato caliente en un restaurante del centro de Mora. 

Llevábamos en ese punto 26km y el restaurante fue un buen lugar para un descansa cercano a las dos horas. 

Pies, pierna y fuerzas agradecieron esa parada antes de seguir marcha hacia Mascaraque. Llegamos en aproximadamente una hora a una población en las que a las 16:00 no había nadie por las calles. Necesitábamos reponer agua y el restaurante estaba cerrado. Un niño que pasó nos dijo que en el pueblo había tres bares y que todos estaban cerrados a esa hora. 

Descansamos en unos bancos frente al ayuntamiento y salimos minutos después por la carretera del cementerio, camino Trascastillo por el que íbamos acercándonos al Castillo de Almonacid que rodeamos hasta alcanzar la carretera por la que entramos al municipio. 

En esta población, el albergue es municipal y gratuito. Que quizás ello justifica que las instalaciones, a pesar de ser nuevas estén algo descuidados y llenas de varias especies de insectos. 

También es preciso llevar saco, sábana bajera y toalla propia. Esto último puede entrar dentro de lo normal. Lo que no es normal es el hospitalero que atiende el albergue. Más que hospitalero, es una persona de mal carácter que regenta un bar oscuro y sucio y que se limita tan solo a entregar la llave a los peregrinos, eso sí, en el caso de que su bar esté abierto. 

La decisión de comer bien había sido buena tarde que no estábamos dispuestos a cenar en ese tugurio. 

Nuestra suerte fue que faltaba un cuarto de hora para cerrar la fábrica de queso Fuente Albeitar donde nos encontramos al amable y atento responsable que nos hizo un bocadillo y nos vendió las bebidas. 

Muy buen queso que nos recompensó los 38,8km y las 7 horas 52 minutos de la dura etapa que habíamos afrontado. 

A pesar de las características del albergue caímos rendidos poco después de las 22:00 con mucho sueño y la ilusión de llegar a Toledo al día siguiente. 

Xavi Franco Invernón

Aquí puedes leer la quinta crónica si te la has perdido:

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