Realmente, no es nada nuevo el intento de demonizar el consumo carne, periódicamente, aparecen “salvadores” de la humanidad dejando su impronta para la posteridad.
Hace un siglo, sí, un siglo, el Profesor Max Ganssen, para demostrar lo dañino que era el consumo de carne realizó un experimento, que no se le ocurre, ni al que asó la manteca; lo cuento:
Sometió a jóvenes estudiantes a un régimen exclusivo de 1.500 gramos de carne al día, 30 gramos de pan blanco y agua con limón.
Dice el ínclito profesor, que, a los 10 días de seguir este régimen, ya se podían observar grandes cambios en la salud de los estudiantes; normal; esto lo digo yo.
Imaginemos que cambiamos la carne por cacahuetes; a los 10 días, están los estudiantes subidos a las copas de los árboles.
Cualquier alimento, consumido de forma excesiva o exclusiva, no puede ser saludable. ¿Por qué entonces esa obsesión con la carne?
Muy posterior a estos “gloriosos ensayos clínicos”, son los descubrimientos de un español (David Álvarez Ponce, Universidad de Reno-Nevada); lo comento:
Parece ser, parece ser; que, hace unos dos millones y medio de años, los seres humanos, perdimos un gen (CMAH), este gen permite la síntesis de un azúcar presente en la carne, sobre todo, roja (Neu5Gc), lo que en principio haría suponer, que, si este azúcar estuviera muy presente en la carne roja, esta no sería muy apropiada para el ser humano por una hipotética intolerancia; esto no es así. La presencia de hidratos de carbono en la carne es mínima y el famoso Neu5Gc, indetectable.
Sin embargo, sí que se han detectado cantidades apreciables de este azúcar en alimentos como el salmón o pescado blanco y no he oído a nadie “despotricar” contra los mismos.
Luego viene la OMS; que es importante advertir, que no goza del don de la infalibilidad y dice lo que dice, otra cosa es lo que algunos interpretan: “El excesivo consumo de carne roja procesada, puede ser perjudicial para la salud” y lo clasifica como 2 A, es decir: es probable y la evidencia es limitada.
Es de señalar la importancia de dos adjetivos en la información: “excesivo” y “procesada”, adjetivos que maliciosamente no se tienen en cuenta a la hora de informar a los ciudadanos.
Estos adjetivos, que servirían para cualquier otro alimento a la hora de hablar sobre la conveniencia o inconveniencia de su consumo, desaparecen intencionadamente, en el caso de la carne para “falsear” la información sobre la misma.
Si luego tenemos a políticos, que generalmente, no están en esos puestos por su demostrada sabiduría y se ponen a hablar de casas que desconocen; pues normal, se arma la que se arma.
Nadie; bueno sí, discute la importancia que el consumo de carne ha tenido en la evolución de los seres humanos y el protagonismo que este ha adquirido en este planeta.
Fuimos carroñeros en un principio; no podíamos competir con los grandes animales que poblaban la tierra; para convertirnos en la actualidad, en el depredador más importante.
La carne, una vez que nos bajamos de los árboles, siempre ha estado presente en la dieta del ser humano; la agricultura, ha sido muy posterior, tanto que, la incorporación de alimentos provenientes de ese medio, tiene poco más de 10.000 años.
No se trata pues, de “despedazar” el planeta a través del consumo de carne; se trata, de seguir hacia adelante con inteligencia y moderación.
Y, no olvidemos; esto va dedicado a los que priman la alimentación que procede de la agricultura, que cada porción de alimento, del que sea, está “cargada de muerte”.