José María Lucas García orientador laboral

“La responsabilidad social corporativa debe mejorar en cuanto a la integración laboral de las personas refugiadas” José María Lucas García, orientador laboral del Programa de Protección Internacional del Hospital San Juan de Dios de León.

La llegada de una persona refugiada a un país de acogida no supone el fin de su calvario. Aunque comienzan otra vida, lejos de la tierra de la que escapan, las personas solicitantes de asilo se exponen a una serie de obstáculos en su nuevo destino. Entre ello, el acceso al mercado laboral. Tener un trabajo proporciona, no solo los medios necesarios para la subsistencia propia y de sus familias. Sino también una garantía que les aleja del riesgo de caer en la exclusión social. Pero, en palabras de José María Lucas García (Salamanca, 1971), orientador laboral del Programa de Protección Internacional del Hospital San Juan de Dios de León:El mercado laboral les ofrece puestos temporales de baja cualificación, sobre todo en el sector servicios, y trabajos feminizados”.

La falta de un empleo tiene un efecto dominó, pero la situación social y legal de las personas refugiadas no es sencilla. ¿Cuál es el punto de partida?

La inserción efectiva de las personas extranjeras en el país de acogida pasa por el empleo. Eso es lo que les va a empoderar, les va a permitir desarrollar su vida, crear red y encontrar diferentes oportunidades. Las personas refugiadas vienen con una documentación reconocida (autorización de residencia y trabajo por cinco años) que les va a permitir integrarse inmediatamente en el mercado laboral. Pero las solicitantes de protección de internacional entran en un proceso de estudio de su expediente. Primero reciben una tarjeta blanca que nos les autoriza a trabajar hasta los seis meses y, después, les entregan una tarjeta roja que ya les permite tener un empleo.

¿La irrupción del coronavirus SARS-CoV-2 ha complicado aún más las cosas?

Primeramente se ha visibilizado la brecha digital. Ya que muchas personas y  sus familias no contaban con ningún dispositivo ni habían adquirido las herramientas digitales necesarias para desenvolverse en este nuevo entorno de trámites online. Por otro lado, la situación laboral en España se ha complicado. A pesar de que las personas se han ido insertando laboralmente, ha sido en trabajos temporales y precarios. Con el confinamiento derivado de la pandemia de la Covid-19, y ante la imposibilidad de atenderles de un modo presencial, los plazos administrativos se han demorado. Por ejemplo, en algún momento ha llegado a ser complejo el mantenimiento de la situación administrativa legal, con lo que las personas tenían mayores dificultades para encontrar trabajo.

Su intervención pasa por la construcción de itinerarios personalizados para una aproximación real al empleo o una mejora de las condiciones de éste. ¿Cómo se diseñan y qué papel juega la motivación a la hora de conseguir resultados?

Todas estas personas ven empeorada su situación al salir de su país. No ven reconocidos sus estudios ni sus experiencias profesionales en el momento y solo van a poder canjear su carné de conducir si su país tiene convenio con España. Obtener y renovar los permisos de residencia y trabajo es además una dificultad añadida. Los itinerarios de intervención de diseñan de una manera consensuada con la persona. En la primera entrevista hacemos un diagnóstico y vemos hacia dónde se quieren dirigir a la hora de establecer, de manera ordenada, unos objetivos formativos y laborales. Ese itinerario se va actualizando en base a la adquisición de competencias. Nosotros, tanto Silvia Suárez como yo, estamos aquí para orientarles en el acceso de los recursos sin perder de vista el mercado laboral de acogida.

La pérdida de puestos de trabajo les ha castigado duramente y ha resentido su integración a la largo plazo. ¿Cuál es perfil de personas refugiadas atendidas y qué le ofrece el mercado laboral en estos momentos?

El perfil es muy variado. Hay personas artesanas, electricistas, docentes, personal administrativo… la mayoría con un bagaje profesional muy amplio y extenso en el tiempo. El mercado les ofrece puestos temporales de baja cualificación, sobre todo en el sector servicios, y trabajos feminizados. Aunque hemos conseguido entrar en empresas como Oblanca y Bimbo, la industria agroalimentaria no ha tenido tanto peso hasta el momento.

¿Cuántas personas solicitantes de asilo han logrado encontrar un empleo gracias a la intermediación de este Programa de Protección Internacional?

El año pasado, a pesar de las circunstancias que vivimos, 23 personas trabajaron. De los 68 itinerarios diseñados, 51 incluyeron cursos formativos presenciales. Este 2021 hemos conseguido siete inserciones laborales en el primer trimestre del año frente a las seis del mismo periodo de 2020. Además, 19 personas han iniciado o terminado sus formaciones y casi todas están sacándose certificados de profesionalidad.

Para el acceso al mercado laboral es imprescindible conocer bien el idioma. ¿Cuánto tiempo les lleva sortear la barrera lingüística?

Este Programa de Protección Internacional del Hospital San Juan de Dios de León cuenta con una filóloga con Máster Universitario en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera. Las clases de español, que van en función de niveles, son esenciales para un buen acompamiento. Tenemos personas de origen sirio, iraní, checheno, armenio y marroquís, que necesitan la competencia lingüística. Suelen tardar año o año y medio en aprender el idioma, porque los alfabetos persa y árabe nada tienen que ver con el latino. Los menores suelen tener menos problemas para desenvolverse.

Otra cuestión es la homologación y convalidación de los estudios realizados en el país de origen. Así poder acceder a puestos de trabajo de tu categoría profesional o a estudios superiores. ¿Es posible o estamos hablando de una puerta cerrada?

Tenemos que tener en cuenta que la mayoría de las personas no ha podido reunir los títulos por la salida abrupta de sus países de origen. Aún así, tenemos un buen número de homologaciones en títulos en Bachillerato, aunque a veces el proceso tarda más de lo deseado.  Los títulos universitarios, que van por otra vía, pueden tardar hasta dos años en finalizar su reconocimiento. El Ministerio de Educación tiene en cuenta cualquier diploma o certificado si eres una persona refugiada, incluso si no están apostillados. En el caso de los/as solicitantes de asilo, se necesita la apostilla o legalización de la documentación para que tengan alguna validez, circunstancia muy compleja como he señalado anteriormente.

 Tampoco se apoya a las empresas para que contraten personas refugiadas. ¿Cómo podría mejorar la responsabilidad social corporativa?

Una parte importante de nuestro trabajo se centra en la sensibilización. Porque queremos que las empresas valoren las ventajas de contar con personas refugiadas en sus plantillas. La responsabilidad social corporativa ha mejorado mucho en aspectos como el compromiso con el medio ambiente y la conciliación de la vida personal, familiar y laboral. Pero debe hacerlo en cuanto a la integración de estas personas.

Pese a que no cuentan con ningún tipo de bonificación por su contratación, sí hay empresas con una visión más intercultural que son receptivas con su problemática y con los objetivos de la Agenda 2030. Desde el área laboral del programa, ofrecemos perfiles seleccionados para cada una de las empresas que permite una rápida adaptación y una inserción laboral efectiva. Además, hay que recordar, que en estas selecciones de personal, se tienen en cuenta criterios de confiabilidad y profesionalidad transcendentales para la empresa. Es importante visibilizar que para territorios como León, envejecidos y despoblados, acoger a estas familias es una gran oportunidad ya que, muchas de ellas, son familias extensas con una gran riqueza cultural.

 ¿Cómo es el proceso de acompañamiento a estas personas en su inserción desde el área de orientación laboral?

El acompañamiento es clave porque están en un entorno desconocido en el que no saben ni lo que es la Seguridad Social. Además, se hace un labor de ‘coaching’ en los talleres prelaborales para que tengan seguridad y confianza. Al tiempo que avanzan con el castellano y van accediendo a formaciones. Después viene la elaboración del curriculum, la alfabetización digital, la mediación con las empresas, la preparación de la entrevista de trabajo… El objetivo final es que sean lo más autónomos posibles en la búsqueda de empleo. El programa es finito, dura 18 meses, y deben adquirir las competencias cuanto antes.

A diferencia de los migrantes, que salen de su país en busca de oportunidades, las personas refugiadas son personas que huyen de conflictos armados, violencia o persecución y se ven por ello obligadas a cruzar fronteras para buscar seguridad. ¿Cuáles son los estereotipos que pesan como una losa sobre estas personas?

Los esterotipos más comunes son que estas personas nos quitan el trabajo, delinquen, que no quieren integrarse, que van a vivir de ayudas… Estas creencias o ideas preconcebidas son muchas veces equivocadas. De hecho, generalmente, se van rompiendo cuando vas conociendo a las personas. En general, la sociedad piensa que estas personas vienen a vivir de las ayudas o a quitarnos el trabajo. Hay que recordar que estas personas no pueden volver a su país, han salido de manera obligada ante un temor fundado de persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, identidad de género, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas. Son especialmente vulnerables y de alta protección en sus derechos.

El Programa de Protección Internacional cuenta con un grupo de mujeres y de personas LGTBIQ+ en el marco de: “Un espacio de seguridad donde abordar sus propias problemáticas“. A pesar de que España es un país pionero en el avance y consecución de derechos sociales, económicos y políticos para este colectivo. ¿La discriminación laboral por razones de orientación sexual e identidad de género es una realidad?

Totalmente. Tenemos familias monomarentales que se las ven y se las desean para conciliar su vida laboral y personal porque no tienen red y crearla no es fácil. No hay demasiados recursos para hacerlo posible. En cuanto al colectivo LGTBI los prejuicios son claros con las personas trans, a las que estamos excluyendo de muchos trabajos solo por su condición sexo-generica. Encontrar empresas comprometidas con el colectivo en un reto diario. Desde el area laboral tratamos de sensibilizar a las empresas de la importancia de apoyar a las personas LGTBIQ+.

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