Expresar nuestros sentimientos a los demás no es tarea fácil, parece que desnudar nuestro interior nos hace vulnerables, sin embargo, todo ello se vuelve terapéutico sobre todo si estos mensajes son positivos y constructivos.
Si ponemos el foco en la infancia, podemos entrenar a los niños en expresar estos sentimientos a través de rutinas emocionales diarias. Algo tan simple como decir algo positivo a un compañero, qué nos gusta de él, qué nos hace sentir bien, escribir mensajes bonitos, de esos que salen desde lo más profundo del corazón. Cuando los niños/as se acostumbran a decir y recibir cumplidos de forma sistemática permite su entrenamiento en inteligencia emocional y mejora sus habilidades sociales.
Veamos algún ejemplo de cómo entrenar los mensajes positivos en el ámbito escolar y familiar:
–El cariñograma es una actividad donde se colocan los nombres de los niños/as en unos sobres en los que pueden recibir mensajes positivos escritos por sus compañeros/as a lo largo del día, los sobres solo pueden abrirse cuando cada uno de ellos esté cerrado, para que ningún niño se quede sin su mensaje. Esta actividad puede realizarse en el ámbito familiar, donde cada miembro de la familia tiene su sobre y se escriben mensajes entre sí.
–Mensajes en los desayunos vitales, es una iniciativa del maestro canario Miguel Mederos que solicita a las familias enviar mensajes positivos en los almuerzos de sus hijos/as cuando les preparan la mochila para ir al colegio. Lo más bonito de esta iniciativa es verles las caras a los niños/as cuando reciben el mensaje de sus familias y lo muestran con orgullo a los demás. Todos los mensajes recibidos van decorando un rincón de la clase.
Utilizar un lenguaje positivo y expresárselo a los demás puede transformar nuestras vidas y mejorar la comunicación y las relaciones. Se ha podido comprobar a través de encefalogramas, que las palabras positivas activan el tiempo de reacción del cerebro frente a las negativas o las neutras. Entrenar en el uso de palabras y mensajes positivos incidirá directamente en nuestras emociones y en la manera de percibir el mundo que nos rodea. Los mensajes que recibimos de las personas que nos rodean pueden mejorar nuestra autoestima y motivación. Las palabras son tremendamente poderosas, Sófocles decía que una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre.
Llenemos nuestra vida de mensajes positivos, hablados, escritos, dibujados, llenos de color… enviemos y recibamos mensajes, que nunca quede una sola palabra por decir a cada una de las personas que son importantes para nosotros.
“Las palabras tienen el poder de destruir y sanar. Cuando las palabras son verdaderas y amables, pueden cambiar el mundo”.
BUDA
¡Gracias por leerme!
Erika Navarro Vega
Maestra experta en inteligencia emocional
Administradora de la página educativa Educactívate