La OMS (2007) define el entorno laboral saludable como aquel en el que la plantilla y la dirección colaboran en utilizar un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, seguridad y bienestar del personal y la sustentabilidad del espacio de trabajo. Cabe destacar, que se entiende la salud como “un estado de bienestar en el cual la persona, es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Durante las últimas décadas, el concepto sobre entorno laboral saludable ha ido evolucionando hasta llegar a un enfoque global que incluye no sólo las condiciones físicas, sino que también las psicológicas, sociales y organizacionales. Muchas son ya las empresas que han puesto en marcha iniciativas en esta dirección, fomentando la promoción de la salud y no se conforman con cumplir los escasos mínimos impuestos por la legislación centrados principalmente en evitar accidentes de trabajo y enfermedades físicas profesionales. Estas empresas, entienden que una empresa saludable es mucho más que una empresa sin accidentes.
Los estudios demuestran claramente los efectos positivos de la promoción de la salud en el lugar de trabajo. Algunos de ellos son los siguientes: reducción de la siniestralidad, de las enfermedades e incapacidades, mejora de la salud e higiene, minimización del absentismo, el presentismo y la rotación de personal, mejora del clima laboral, aumento de la motivación y fidelización del personal, retención del talento, incremento de la productividad, … Es una inversión que mejora el bienestar de la empresa, su reputación y su productividad, haciéndola más competitiva y rentable.
Especial importancia tiene todo lo mencionado en los tiempos que estamos viviendo, a las crisis precedentes, hay que sumar la pandemia, la cual ha puesto de manifiesto otra pandemia silenciosa, la de la salud mental. Desde su inicio, las depresiones, trastornos de ansiedad y suicidios se han multiplicado. Castilla y León fue la comunidad autónoma con mayor índice de depresión en el 2020 y España fue el segundo país de la Unión Europea con mayor índice de esta patología, llegando a consumarse casi 4.000 suicidios durante dicho año en nuestro país. La incidencia de ansiedad se acerca a la de la depresión. Es destacable también que nos encontramos a la cabeza, tras Portugal, en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en la UE.
El 21 % de varones y 35 % de mujeres que se encuentran trabajando durante el último año, afirma haber sufrido sintomatología o algún problema de salud mental, 1 de cada 2 de estos, están relacionados directamente a su vez con el trabajo (Infojob, 2021). Tras las bajas por problemas óseos, articular y muscular nos encontramos que las más frecuentes son las relacionadas con el estrés, la ansiedad y la depresión (INE, 2020) y es que 1 de cada 3 problemas de salud mental vinculados al mundo laboral han requerido tratamiento (Infojob, 2021).
Pocas personas pueden poner en duda hoy en día la relevancia que tiene el trabajo y lo que ello conlleva en la salud física, psicológica y social de una persona. Y es que, para que el personal goce de una buena salud o esté exento de riesgos, es necesario implementar hábitos de autocuidado y que se pongan en práctica las oportunas medidas de seguridad y salud laboral y que esto se realice incluyendo la perspectiva de género como algo transversal. Aún estamos lejos del nivel óptimo de concienciación tanto colectiva como empresarial en este sentido, pero el fomento de la salud en las entidades laborales, tanto públicas como privadas, debe convertirse en un elemento de la cultura organizacional, tanto por los seres humanos que en ellas trabajan, como por el beneficio que genera para las propias entidades.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Lo único que no queda muy claro cuáles son esas medidas.