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Marihuana

La marihuana logró algo que no consiguieron otras drogas y mucho menos ilegales, tener un día en el calendario reservado para su celebración. ¿Quiere decir esto que es saludable o menos perjudicial? Es evidente que no, aunque este hecho pueda dar lugar a malentendidos.

Hace años muchas personas (sobre todo consumidoras) afirmaban que no producía dependencia, actualmente hay sobrada evidencia de lo contrario, la marihuana cumple con los criterios necesarios para producir adicción. De hecho, cada vez es más adictiva debido a las modificaciones que ha ido sufriendo en su composición, una de ellas, el progresivo aumento de su concentración de THC (tetrahidrocannabinol), principal principio psicoactivo. Mayoritariamente se mezcla con tabaco, su consumo conjunto aumenta las consecuencias que produce sobre la salud, además de que aumenta el riesgo adictivo y dificulta el cese de cualquiera de las dos sustancias.

El contacto con esta sustancia frecuentemente se da en la adolescencia, casi a los 15 años es cuando comienzan a consumirla (chicos a los 14,8 años y chicas a los 14,9). Los efectos biopsicosociales del cannabis, en esta etapa de la vida son más perjudiciales debido a que el cerebro está en pleno desarrollo y afecta a su normal funcionamiento ocasionando consecuencias a corto, medio y en ocasiones, a largo plazo. Ejemplos de las consecuencias de su consumo son el empeoramiento de los resultados académicos, el deterioro cognitivo, la mayor probabilidad de desarrollar dependencia, el incremento del riesgo de trastornos anímicos, entre otras muchas.

Uno de los mitos existentes es pensar que la mayoría de jóvenes, fuman porros. La realidad es que en torno al 22 % de estudiantes entre 14 y 18 años (22,6% chicos y 21,8 % chicas) los han probado alguna vez en su vida, por tanto el 78 % nunca ha consumido. Además, contemplando la frecuencia de consumo en el último mes, lo más habitual, tanto en chicos como en chicas, es que se consuma de forma esporádica (1 o 2 días). Solo en casos residuales, el consumo alcanza la frecuencia de 20 o más días (2,1% en alumnos y 1,1% en alumnas). En el caso de las personas adultas, la prevalencia se reduce: lo han probado alguna vez en la vida el 6,3 % de las mujeres entre 14 y 65 años y el 14,6 % de los varones, y se estima que tienen un consumo diario el 4,5 % de los varones y el 1,5 % de las mujeres. A medida que avanzamos en edad, las diferencias entre mujeres y varones se van acentuando, esto se debe a cuestiones de género, está peor visto el consumo en ellas, sobre todo de drogas ilegales, etc.

El cannabis es la tercera droga que más se consume (tras alcohol y tabaco) y la droga ilegal que más demanda de tratamiento genera tras la cocaína en nuestro país, el 28,4 % de las demandas son por cannabis (33,9 % mujeres y 27,2 % hombres). Es frecuente, que antes de acudir a un centro de adicciones las personas intenten abandonar su consumo por sí solas, pero en un número considerable de casos, consiguen mantenerse abstinentes cortos periodos de tiempo lo que les lleva a pedir ayuda para lograrlo a largo plazo.

Pasados 1 ó 2 meses de abstinencia, las personas son realmente conscientes de lo que les producía el consumo de porros. Es en ese momento cuando ven la vida con una mirada más clara y se dan cuenta de que pueden afrontarla sin necesitar “esconderse” tras el cannabis, además de sentirse más capaces de conducir su vida hacia lo que realmente les importa.

Tania Paz Ramón
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