Hace unos años escuché en la radio a un médico de familia que decía que cada vez que pasaba por su consulta algún paciente mayor de 80 años le preguntaba acerca de su rutina diaria. Decía que unos le decían que leían todos los días, otros hacían crucigramas o autodefinidos, alguno acudía a la universidad…
En definitiva, todos sin excepción mantenían el cerebro ocupado y éste, que es un órgano con gran plasticidad, regenera las neuronas y nos mantiene con la mejor vitalidad y mayor longevidad.
El país más longevo en el mundo practica “Ikigai” cuya traducción a nuestro idioma sería algo así como “razón de vivir”. Las raíces de esta forma de vida se concentran en la isla de Okinawa donde más de cincuenta mil personas superan actualmente los 100 años de vida y, en general, en buenas condiciones. Sus habitantes buscan su “ikigai” y con esa motivación destinan una parte de su vida a ello, manteniéndose activos y, por ende, viviendo más y mejor.
“¿Llenar de vida los años o llenar de años nuestra vida?”
En un contexto mundial en el que las grandes fortunas están dedicando una parte de su dinero a la investigación para alargar la vida, debemos plantearnos si es más importante llenar de vida los años o llenar de años nuestra vida.
Hay personas que vagan por la vida. Personas de las que podríamos decir que murieron a los 50 y los enterraremos a los 80. Esas personas que, por lo que fuera, perdieron la ilusión y la curiosidad Desde entonces han transitado por una vida rutinaria, sin apenas sentido. En mi opinión, de poco sirve vivir muchos años si no llenas tu vida de experiencias y estás abierto a nuevas vivencias y al cambio.
Y es que nuestra realidad es un entorno que cambia a un ritmo vertiginoso y cuando nos quedamos estáticos, comenzamos a morir. El antídoto es adaptarnos y para ello, no nos queda otra que aprender.
No puedes hacer algo que antes no hayas aprendido y eso es algo que nadie puede hacer por ti así que hay que ponerse en marcha. Vamos a tener que esforzarnos y ojo que aprender es algo que se convierte en adictivo por lo que mejor si nunca dejas de aprender. Te hará seguro, algo más inteligente.
La curiosidad, la base del aprendizaje y de la inteligencia
La base del aprendizaje y de la inteligencia es la curiosidad. Decía Albert Einstein que él no era poseedor de ningún talento en especial, sino que tan solo era alguien apasionadamente curioso.
Es cierto que las mentes más brillantes de la historia no son los que acumularon mayor conocimiento sino los que poseyeron una extrema curiosidad.
Me emociono cada vez que veo un adolescente lleno de curiosidad. Recientes estudios nos dicen que, hasta ahora, en la historia de la Humanidad cada generación ha superado de media en cociente intelectual a la anterior. Están observando un estancamiento y prevén un cambio de tendencia según el cual, la siguiente generación a la nuestra tendrá un CI medio inferior y así en lo sucesivo. Dicen que se debe al uso de las nuevas tecnologías hacia fines que facilitan la vida y no suponen tareas que impliquen reflexión, curiosidad o aprendizaje.
Así que no solo deberíamos conformarnos con ponernos en marcha nosotros, sino que, en la medida que podamos, tratemos de motivar a los que nos rodean a ser curiosos y perseguir sus motivaciones.
Imaginad las dificultades que existían en la antigüedad para las personas curiosas. El acceso al aprendizaje era más complicado que ahora. Actualmente disponemos de tecnologías que nos ayudan. Google nos ayuda a resolver cualquier duda que tenemos. Cuando tenemos curiosidad por un tema en concreto, podemos acceder al buscador y se nos abre una infinidad de oportunidades de ampliar conocimientos y saciar nuestra necesidad de saber. Como la información ofrecida es tanta que no podríamos leerla ni en cien vidas, está en nuestras manos separar el polvo de la paja y quedarnos con lo que estimemos nos va a hacer ampliar el conocimiento sobre ese asunto. Eso, con la obligada reflexión que supone, nos ayuda también a desarrollar criterio propio y no hablar por boca de otros.
Tal vez creas que no tienes tiempo. Es la principal excusa. Pensemos que el día tiene 24 horas para todos y que cada uno las emplea como quiere. Las obligaciones diarias están ahí, pero luego cada uno emplea su tiempo en lo que desea. Puedes emplear tu tiempo de ocio en ir al bar por costumbre, ver Netflix o televisión varias horas, estar enganchado a las redes sociales o bien en leer libros y blogs que te resulten enriquecedores; escuchar podcasts de los temas que te interesan, hacer cursos online, ver tutoriales de YouTube,… Es tu elección.
¿Qué te ilusiona? Respóndete esta pregunta y estarás dando el primer paso hacia el aprendizaje. Ten en cuenta que nuestras motivaciones cambian a lo largo de la vida y como tal, si vamos detrás de ellas, nunca dejaremos de aprender y posiblemente estemos ampliando nuestra esperanza de vida con calidad.