Siempre se me ha dicho que “estoy en las nubes”
Desde mi madre que me ha repetido desde niña esta frase como en bucle, hasta gente a la que conozco, que me ha considerado un bicho raro donde los haya.
Y yo me pregunto, como siempre hago… Eso de estar en las nubes, ¿Por qué llevará ese tonito peyorativo y hasta catastrofista?
Ojalá fuera verdad, digo yo, el plano literal de la frase y en realidad estuviéramos todos un poco entre nubes de algodón, rigiendo la climatología y, ya de paso, hacer que lloviera un poco, cuando haga falta, pese a que yo, amo el sol por excelencia.
Realmente, creo que lo que se esconde detrás de ese enunciado, entre poético y dramático, es que la gente te da el mensaje de que no te adaptas lo suficiente para poder vivir, o que no llevas el ritmo que la sociedad desea para ser productivo a todos los niveles.
Mi madre, siempre tan previsora ella como casi todas, completaba la frase con un rotundo “¡el día que caigas de esa nube, la leche será gorda!”.
Pues oye, igual no caigo nunca, o bien, jamás he estado en la nube. Todo pudiera ser…
Lo que está claro es que el entorno nos quiere regir, domesticar, adecuar a sus exigencias. Y si no cumples todo esto a rajatabla, el que sobra eres tú, el raro eres tú, y quien no se adapta, eres tú.
Pues oye, yo como a menudo digo, “aunque no me gusta nada mancharme, prefiero caer mil veces en el barro, antes que solo una en la mediocridad”.
Y es que pienso que se trata de eso… La sociedad, quiere que nos adaptemos a la mediocridad reinante.
Si no ¿Cómo se puede explicar que a mí cuando iba al colegio, varios psicólogos me abroncaban por hablar con mis compañeros de clase, sobre temas académicos en lugar de hablar de moda o de las supuestas cosas propias de la edad?
Pues resulta que con el paso del tiempo, he descubierto que, a lo mejor quienes estaban en las nubes, eran ellos, y no yo. O tal vez, estar en las nubes, si supuestamente era yo la que allí moraba, tampoco es algo tan negativo… Desde luego, si ser precoz y tener amplitud de miras y mucho sentido de la ética y no comulgar con la injusticia reinante es estar en las nubes, queridos lectores, por mucho que yo adore el sol, prefiero vivir aquí, en mi chalet de cirros o de cumulonimbos. Así, ¡¡¡tal cual!!!